Las constantes variaciones tecnológicas obligan a los técnicos certificadores a reconocer de manera adecuada las instalaciones de las viviendas por tal de obtener una calificación energética correcta. La calificación energética se expresa en términos de consumo de energía primaria no renovable (kWh/m2 y año) y en términos de emisiones de CO2 (KgCO2/m2 y año). La escala para mostrar los valores obtenidos es de siete letras, donde la A es la vivienda o edificio más eficiente, y la G la que menos. Certificación energética de edificios existentes
¿Afecta la calificación energética a la acción comercial de la vivienda?
Si una instalación no es reconocida correctamente, este hecho provocará que los resultados sean incorrectos.
Por ejemplo, el rendimiento de una caldera tipo para un piso de 90 metros cuadrados varía considerablemente si es de condensación o no, dado que este tipo de construcción de las calderas ha provocado una mejora enorme en estos elementos. Si este piso tipo dispone de esta caldera pero el técnico no la reconoce correctamente, la calificación energética puede variar de una C a una E, dado que el consumo teórico será más elevado que el real.
Hemos puntualizado este elemento, pero se pueden enumerar muchos más donde la preparación técnica del técnico certificador es muy importante.
¿Qué pasa si se cometen este tipo de errores? Si el error es hacia una calificación energética mejor que la real, el propietario se beneficiaría en la acción comercial, ya que estará mostrando una vivienda con unos consumos energéticos inferior a los reales. Ahora bien, el inquilino que viva en esa vivienda, se dará cuenta que le han engañado cuando vea sus facturas energéticas.
Si el error es hacia una calificación energética peor que la real, al propietario se le hará muy difícil vender o alquilar esa vivienda, dado que estará mostrando unos consumos energéticos muy elevados respecto al mercado.
Se puede concluir pues, que la calificación energética si que afecta a la acción comercial posterior, y que puede ser un factor de controversia entre propietario y comprador. No dejar la realización de la certificación energética en manos de profesionales puede salir más caro de lo que a priori se podía pensar.