La etiqueta de certificación energética

Una vez que tenemos el informe de certificación energética, debemos registrarlo en el organismo que corresponda en nuestra comunidad autónoma. Este organismo nos dará la etiqueta de certificación energética, que es lo que debemos enseñar a los inquilinos cuando alquilemos el piso o entregar a los nuevos propietarios cuando lo vendamos. En ella aparecen una serie de datos sobre la vivienda, y sobre todo la calificación energética que ha obtenido.

Datos de la etiqueta energética

Datos del edificio.

En la parte superior de la etiqueta se encuentran los datos del edificio. El inquilino o el futuro comprador deben fijarse en la dirección de la vivienda para asegurarse de que la etiqueta no corresponde a otra edificación. Además, también debe aparecer el año de construcción del edificio, útil para saber la antigüedad real de la construcción.

Escala de calificación energética.

La parte central de la etiqueta la ocupa la escala de calificación energética. En ella podremos ver una serie de letras ordenadas alfabéticamente que van desde la A, que sería la mayor eficiencia energética, a la G, que sería la menor. Las letras se identifican además con una serie de colores, desde el verde intenso de la A al rojo oscuro de la G. Se trata de una clasificación muy similar a la que se puede ver desde hace unos años en los electrodomésticos, así que todos estamos familiarizados con ellas. La única diferencia es que la escala mide dos factores: el consumo de energía y las emisiones de CO2. Es decir, nuestra vivienda puede tener una calificación E en consumo de energía y en cambio una G en emisiones porque el sistema de calefacción que usamos es muy contaminante.

Datos del registro.

En la parte inferior de la etiqueta se encuentra el último apartado que debemos tener en cuenta. En él aparece el número de registro de la certificación, necesario si queremos consultar o modificar un dato. Otro dato importante es la fecha de caducidad de la certificación, que aparece en la esquina inferior derecha. Las certificaciones tienen una validez de diez años, así que el nuevo propietario deberá encargarse de renovarla si quiere volver a vender o alquilar la vivienda de nuevo.